Nulla vehicula fermentum nulla, a lobortis nisl vestibulum vel. Phasellus eget velit at.
Call us:
1-800-123-4567
Send an email:
monica.wayne@example.com
Hace unos días nos invitaron a una entrevista para compartir nuestras impresiones sobre el funcionamiento y características principales de la terapia de pareja. Podéis acceder al artículo pinchando aquí.
En multitud de ocasiones, a lo largo de nuestra vida, nos hemos visto abocados a hacer (o no hacer) cosas cuyo resultado a largo plazo ha resultado negativo y que, aún siendo conscientes de dicho resultado, no hemos hecho nada para cambiar dicha situación. Comer más de la cuenta en Navidad, tomar demasiado alcohol, fumar, tener un encuentro sexual pese a estar comprometido con otra persona, son comportamientos que, si bien a corto plazo resultan muy agradables y placenteros, las consecuencias a largo plazo pueden resultar muy negativas y, aunque se tiene plena conciencia de ello, se siguen realizando con asiduidad. Del mismo modo, otros comportamientos como no acudir al médico o al psicólogo cuando experimentamos problemas físicos o psicológicos, no usar casco cuando vamos en bicicleta o patinete, o no emplear métodos de protección frente a enfermedades de transmisión sexual, pueden conllevar consecuencias muy perjudiciales y, sin embargo, se siguen realizando a lo largo del tiempo.
A la hora de compartir estas situaciones con nuestros familiares y amigos no es extraño que alguien mencione en algún momento a la famosa fuerza de voluntad, una terminología que tiene más similitud con la saga de La guerra de las galaxias que con la psicología: eso te pasa porque te falta fuerza de voluntad, nunca dejaré de fumar porque no tengo fuerza de voluntad. Sin embargo, si preguntamos a estas personas en qué consiste la fuerza de voluntad, es más que probable que nos respondan con contenidos abstractos de forma similar a como lo haría el maestro Yoda. Es por ello por lo que desde nuestro enfoque psicológico preferimos hablar de autocontrol, definido como la capacidad para regular el propio comportamiento a fin de alcanzar objetivos y metas que, aunque a corto plazo no sean especialmente atractivas, son relevantes a medio y largo plazo.
El autocontrol es un componente clave en la vida de las personas sobre el que solemos trabajar habitualmente en psicoterapia, puesto que de su ejercicio depende realizar multitud de acciones que nos ayuden a conseguir los objetivos terapéuticos como, por ejemplo, comer más sano, realizar actividades que nos ayuden a sentirnos mejor con nosotros mismos o defender nuestros derechos y opiniones de forma saludable en una conversación con otras personas que opinan diferente.
No obstante, dejando a un lado el trabajo en psicoterapia, muchas personas nos preguntan ¿qué puedo hacer para controlar mejor lo que hago y primar aquello que me viene bien a medio y largo plazo en lugar de centrarme en las consecuencias agradables e inmediatas? El análisis de diversos estudios científicos sobre el autocontrol ha llevado a unos autores estadounidenses a equiparar el autocontrol como un músculo1:
Además de estas tareas sencillas para mejorar el autocontrol general, puede ser de utilidad compartir con otras personas el propósito a realizar, rodear el ambiente de mensajes motivadores que nos recuerden nuestro compromiso y, lo más importante, establecer unas metas y objetivos claros y concisos que nos permitan comprobar si las hemos alcanzado.
